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Latinoamérica podría convertirse en un referente mundial en la transición energética para 2023

ESIAPI

Más del 60% del consumo energético podría venir de energías renovables para 2023.

América Latina y el Caribe cuentan con una serie de factores tecnológicos, económicos, sociales, políticos, pero sobre todo, ambientales para convertirse en un referente mundial de la transición energética.

Gracias a la iniciativa RELAC (REnovables in Latin America and the Caribbean) creada a finales de 2019, en el marco de la Cumbre de Acción Climática de las Naciones Unidas, el objetivo de alcanzar al menos el 70% de participación de las energías renovables en la matriz eléctrica de la región para 2030 es una meta alcanzable.

En 2019, Brasil, México y Chile formaron parte de los 20 países del mundo con mayor inversión en capacidad de energías renovables. Más recientemente, la capacidad instalada de energía renovable en América Latina y el Caribe sumaba a finales de 2021, 291.770 megavatios (MW), lo que representó una subida del 6% con respecto a 2020. La mayor capacidad instalada en 2021 se produjo en América del Sur con 244.975 MW, representando el 84% de la capacidad instalada total en la región. En los últimos diez años, los países con mayor crecimiento en el parque de generación a partir de energía renovable son Chile con 111%, Uruguay con 101%, México con 99% y Brasil con 66%.

Si se suman los avances en regulación e inversión que se ha tenido en distintos tipos de energías, anado a la incorporación de Colombia con la Alianza mundial de energía eólica marina, América Latina se considera una zona con alto potencial para la generación de hidrógeno verde. Dicho recurso energético podría ser utilizado principalmente en el sector industrial, uno de los más difíciles de electrificar. 

Estas acciones podrían ayudar a impulsar la descarbonización excesiva, tomando como ejemplo la situación que se vive actualmente en la Unión Europea, la cual atraviesa una de las mayores crisis energéticas de la historia.

Adicionalmente, según datos de la Organización Internacional del Trabajo, si el mundo logra limitar el aumento de la temperatura global a 2°C para finales de siglo, podría dar lugar a 15 millones más de empleos netos en América Latina y el Caribe para 2030, gracias a los cambios productivos de alimentos y de energía.

 

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